Toda familia empresaria tiene un protocolo invisible que es previo al protocolo escrito en papel (ese que se recomienda hacer) y es añejo. Lo llamo protocolo oculto.
Hay familias que no se atreven a recurrir al protocolo firmado por temor, falta de coraje o para evitar conflictos familiares. Nos animamos a decir que si se aprobase en Argentina una ley que convierte a los protocolos familiares en documentos oponibles a terceros, aun así, habrá familias que no se atreverán a usarlo, porque medirán el costo emocional o vincular según sea las cuestiones que se ponen en juego.
El protocolo oculto se entrama, teje o escribe como un texto sobre el ‘papel’ de la convivencia familiar durante años. Se escribe en la memoria emocional de los vínculos familiares. Se compone de las creencias, temores, pudores, costumbres, convicciones, hábitos y modos de hacer y de no hacer. Regula tanto las cuestiones familiares como las empresarias. Regula la convivencia y la relación entre familia y empresa. Está tan arraigado en las conductas y costumbres de la familia que este protocolo oculto podría ser una de las causas de resistencia al cambio. Sobre todo cuando una generación joven desea introducir innovaciones en la empresa que fundaron los mayores.
Cuando un asesor de familia empresaria apoya a la familia en la elaboración de su protocolo familiar, está tratando con dos protocolos. Uno es portado por el sistema emocional y normativo de la familia, y el otro es el que se busca elaborar con los debates familiares. Es de por cierto seguro que, en algunos momentos de dicho proceso, se enfrentarán ambos protocolos En tal caso la familia y el asesor revisarán cuáles hábitos, reglas o costumbres de ese protocolo oculto, ya no ayudan y necesitan ser cambiadas por otras que mejoren la convivencia en la empresa y faciliten su continuidad en el tiempo.